En pleno limite entre Bogotá (localidad de Usaquén) y el municipio de La Calera, la comunidad de Lomitas 2 vive una crisis que se ha prolongado por más de una década: la ausencia de acceso regular al agua potable y la indefinición territorial, una combinación que ha dejado a miles de personas en un limbo administrativo y social, sin que ninguna autoridad asuma responsabilidad.
La situación fue expuesta por Juliana Reyes, presidenta de la Asociación Comunitaria Lomitas 2, en diálogo con Voces Regionales Web. Reyes aseguró que la problemática no es reciente ni desconocida por las entidades públicas. “Llevo aproximadamente 15 años como presidenta de la asociación y desde siempre hemos vivido esta misma situación. Nunca nos han dicho con claridad si pertenecemos a Bogotá o a La Calera. Esa falta de definición nos tiene completamente abandonados”, denunció.

Una población sin identidad territorial y sin servicios básicos
La indefinición de los límites territoriales no es un asunto menor. Para los habitantes de Lomitas 2, significa no tener acceso a servicios públicos básicos, especialmente al agua, un derecho fundamental consagrado en la Constitución y desarrollado por la Corte Constitucional.
“Nos dicen que somos de Bogotá, pero Bogotá no nos atiende. Nos dicen que somos de La Calera, pero La Calera tampoco responde. Al final, no somos de nadie”, explicó Reyes.
Actualmente, se estima que alrededor de 3.000 personas habitan este sector, entre niños, adultos, adultos mayores y familias completas, todos afectados por la misma problemática estructural.

El agua llega… cuando llega
Ante la ausencia de un sistema de acueducto, la comunidad depende casi exclusivamente del abastecimiento mediante carros tanque, una solución precaria, costosa y profundamente inequitativa.
“La mayoría de las familias ha tenido que construir tanques subterráneos para almacenar el agua. Quienes no tienen esa posibilidad se abastecen con canecas. Solo contamos con una empresa que accede a subir hasta el sector”, relató la lideresa comunitaria.
Las condiciones de acceso vial agravan la situación. Las vías son estrechas, empinadas y congestionadas, lo que dificulta el ingreso de los vehículos de gran tamaño. Como consecuencia, el agua suele llegar en horarios extremos.
“Muchas veces los carros llegan a las 11 de la noche, a la medianoche o incluso a las 2 de la mañana. Las familias deben estar despiertas esperando. Esto no es vida digna”, afirmó Reyes.
Fuentes de agua existen, pero el Estado no acompaña
Paradójicamente, Lomitas 2 se encuentra rodeada de fuentes hídricas naturales. Sin embargo, al tratarse de una zona de reserva, la comunidad no puede acceder a ellas sin permisos ambientales ni acompañamiento técnico.
“Las fuentes están ahí, pero nadie nos explica qué hacer, a quién acudir o cómo tramitar los permisos. No hay presencia de la CAR, no hay orientación del Distrito, no hay soluciones”, denunció la presidenta de la asociación.
La falta de articulación entre las autoridades ambientales, distritales y municipales ha convertido una posible solución en otro obstáculo más para la comunidad.
Irónicamente, aproximadamente a no menos de 5km se encuentran unos tanques de agua que son propiedad de la empresa de acueducto y alcantarillado de Bogotá y se encuentran totalmente abandonados, con solo la presencia de un celador.
Administraciones que pasan, problemas que se quedan
Uno de los puntos más críticos señalados por la comunidad es la repetición del abandono institucional. Según Reyes, la problemática ha sido expuesta en múltiples ocasiones, pero ninguna administración ha tomado decisiones estructurales.
“Todo el mundo sabe lo que está pasando aquí. Vienen, escuchan, prometen, y luego se van. Cambian los alcaldes, cambian los funcionarios, pero la situación sigue igual o peor”, aseguró.
Mientras tanto, la población continúa creciendo y la demanda de agua aumenta, sin que exista un plan, una inversión o una hoja de ruta clara para garantizar el servicio.

Un llamado urgente a las autoridades
Desde Lomitas 2, el mensaje a las autoridades distritales es directo y contundente: no se puede seguir ignorando esta situación.
“El agua es un derecho fundamental. Aquí hay niños, adultos mayores y familias enteras sobreviviendo sin un servicio básico. No estamos pidiendo favores, estamos exigiendo lo que por ley nos corresponde”, enfatizó Reyes.
La comunidad no se opone a soluciones institucionales. Por el contrario, plantea alternativas como el reconocimiento por parte de Bogotá y la posibilidad de ser abastecidos formalmente por el sistema de acueducto.
“Si Bogotá nos reconoce y nos abastece, nosotros no nos negamos. Lo que queremos es una solución real, no más abandono”, concluyó.
La situación de Lomitas 2 no es un caso aislado, sino un reflejo de las fallas estructurales en la gestión del territorio y los servicios públicos en las zonas periurbanas. La pregunta sigue siendo la misma: ¿cuántos años más deberán pasar para que el Estado asuma su responsabilidad?
Te invitamos a ver nuestro Magazín Voces Usaquén donde tenemos la entrevista con la Sra. Juliana Reyes a continuación:
https://periodicovocesregionales.com/2025/12/22/magazin-voces-usaquen/






