El pasado fin de semana, Bogotá vibró al ritmo del rock en un festival inolvidable que, a pesar de los caprichos del clima, logró consolidarse como uno de los eventos culturales más destacados del año. Organizado magistralmente por IDARTES y la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, el evento reunió a miles de asistentes de todas las edades en tres días repletos de música, arte y buena energía.
La lluvia, un invitado inesperado
Los primeros dos días del festival estuvieron marcados por lluvias constantes que pusieron a prueba a los asistentes. Sin embargo, el espíritu del rock prevaleció. Vestidos con impermeables, botas de lluvia o simplemente con una actitud desafiante ante el clima, los amantes del género demostraron por qué este festival es más que un simple evento musical: es una celebración de resistencia y pasión.
Las primeras gotas no desalentaron a la multitud que coreó canciones bajo el agua, convirtiendo los charcos en pistas de baile improvisadas. “La lluvia no es un problema, es parte de la experiencia”, comentó Marta Suárez, una joven asistente que vino desde Soacha para disfrutar de sus bandas favoritas.
Escenarios y sonido de primer nivel
La propuesta musical estuvo dividida en tres escenarios principales, cada uno cuidadosamente diseñado para ofrecer una experiencia única. El sonido impecable permitió que cada acorde, riff y vocal llegara con nitidez al público, sin importar si estaban en primera fila o disfrutando desde las últimas posiciones.
En el primer día Destacaron presentaciones memorables de bandas nacionales como HELLFISH, DOCTOR KRAPULA, LA PESTILENCIA así como de agrupaciones internacionales de la talla de HYPOCRISY, HAGGARD, y un cierre a todo pulmón y bajos eléctricos por parte de TESTAMENT quienes se llevaron las ovaciones más estruendosas. El tercer día, bendecido por un sol radiante, cerró con un épico show que dejó a más de uno con la piel erizada y el corazón lleno de emociones.
Emprendimientos y gastronomía: un festín paralelo
Una de las grandes apuestas del festival fue su oferta de emprendimientos y gastronomía. La zona de comidas se convirtió en un punto de encuentro para los asistentes, quienes disfrutaron de una variada selección de platos locales y nacionales. Desde las tradicionales, hamburguesas, pizza y hasta arepas rellenas hasta opciones veganas, un buen café que nunca falta con el frio bogotano, la calidad y diversidad culinaria fueron dignas de aplauso.
Por otro lado, la feria de emprendimientos destacó por su creatividad y compromiso con el talento local. Camisetas personalizadas, artesanías temáticas, accesorios ecológicos y vinilos pintados fueron algunos de los productos que captaron la atención de los asistentes. Los emprendedores expresaron su gratitud hacia los organizadores, quienes les brindaron un espacio privilegiado para dar a conocer sus proyectos.
Organización impecable
El festival fue un ejemplo de cómo la coordinación y la planeación detallada pueden convertir un evento masivo en una experiencia agradable y segura. Desde el control de acceso hasta la disposición de zonas de descanso, cada detalle fue cuidadosamente ejecutado para garantizar el confort de los asistentes.
Las medidas de seguridad, la limpieza de los espacios y los puntos de hidratación fueron ampliamente reconocidos por el público. Además, el equipo de logística y los voluntarios demostraron un nivel de profesionalismo que marcó la diferencia. “Nunca me sentí desorientado ni inseguro. Todo estaba bien señalizado y el personal siempre estuvo dispuesto a ayudar”, mencionó Camilo Herrera, quien viajó desde Medellín para ser parte del evento.
Nuestro cubrimiento en zona de prensa
Asistimos activamente a las ruedas de prensa de IDARTES, realizamos preguntas y generamos opiniones en los artistas, que los puedes ver en nuestro Instagram. Así como las fotografías y videos del evento.
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El reto del transporte: una lección para futuras ediciones
A pesar de los innumerables aciertos, el festival no estuvo exento de críticas. Uno de los aspectos más comentados por los asistentes fue el servicio de transporte. Aunque se había anunciado que TransMilenio y el SITP operarían hasta altas horas de la noche para facilitar el regreso a casa, muchas personas se encontraron con estaciones cerradas o buses insuficientes.
Este contratiempo obligó a cientos de asistentes a caminar largas distancias bajo la lluvia o a buscar alternativas costosas de transporte. «Fue frustrante salir con la expectativa de tomar un bus y encontrarte con que no había opciones. Definitivamente, este punto necesita mejorar para el próximo año”, afirmó Daniel Pérez, quien asistió los tres días del evento.
Una experiencia inolvidable
A pesar de los retos, el festival reafirmó su lugar como un referente cultural y musical en Bogotá. La combinación de talento artístico, organización y diversidad de actividades hizo que los asistentes se llevaran recuerdos imborrables y la promesa de regresar en futuras ediciones.
Para los organizadores, la crítica constructiva sobre el transporte representa una oportunidad de mejora, mientras que para los asistentes, queda la satisfacción de haber sido parte de un evento que celebra la música, la diversidad y el espíritu comunitario. ¡Hasta el próximo año, festival de rock!